"El Silencio de Orlidia"

Nadie sabe cómo llegó allí. En medio de una tierra yerma, donde ni el polvo se atreve a moverse, crece una sola flor: una orquídea de azul incandescente. No hay raíces visibles. No hay agua. Solo ese fulgor helado, vibrando como un suspiro contenido. Junto a ella, siempre aparece la misma visión: una calavera hecha de humo, suspendida en el aire, como si estuviera atrapada entre dos mundos. Sus ojos arden con llamas del mismo azul que la flor, como si compartieran un origen secreto, una herida en común. Dicen que esa flor nació del alma de Orlidia, una mujer que retó a la muerte no para evitarla, sino para domarla. Su cuerpo desapareció, pero su voluntad fue tan intensa que no pudo consumirse por completo. Lo que quedó —memoria, dolor, poder— se transformó en esa flor y en esa figura de humo que vela por ella cada noche. Los ojos azules de la calavera no lloran. Observan. Cuidan. Esperan. Porque si alguien rompe el pacto sagrado y toca la flor, Orlidia no solo se dejará ver. Volverá.

7/10/20251 min read